Con la muerte del papa Francisco, el mundo católico se sumerge nuevamente en los rituales solemnes del Vaticano. Pero más allá de la pompa litúrgica, los velorios papales dieron lugar, a lo largo de la historia, a episodios tan llamativos como insólitos. Desde momias conservadas hasta juicios post mortem, el último adiós a un pontífice siempre ha sido una mezcla de fe, tradición y anécdotas que parecen salidas de una novela.

Qué reliquias se usan en el velorio del Papa y por qué

La momia del papa Inocencio XI

Uno de los casos más impactantes ocurrió en 1956, cuando el cuerpo del Papa Inocencio XI fue exhumado para trasladarlo a una nueva ubicación. Para sorpresa de todos, su cuerpo estaba casi intacto, con signos mínimos de descomposición. Desde entonces, su figura embalsamada descansa a la vista del público en una urna de cristal en la Basílica de San Pedro.

Una despedida multitudinaria sin precedentes

El funeral de Juan Pablo II, en 2005, fue uno de los más masivos de la historia moderna. Más de 3 millones de fieles peregrinaron a Roma para despedirse del Papa polaco. La fila para verlo superó los 4 kilómetros, y la Basílica debió permanecer abierta las 24 horas durante varios días. El calor, la espera y la emoción provocaron desmayos y escenas de profunda devoción popular.

En el velorio privado de Francisco, sus restos son custodiados por guardias suizos

El juicio al cadáver: Formoso y el Sínodo más macabro

Uno de los episodios más escalofriantes ocurrió en el año 897. El Papa Esteban VI ordenó desenterrar el cuerpo de su antecesor, Formoso, para someterlo a juicio. Lo vistieron con los ropajes papales, lo sentaron en un trono y lo interrogaron como si estuviera vivo. Tras declararlo culpable, su cuerpo fue arrojado al río Tíber. Aunque no fue exactamente un velorio, es considerado uno de los momentos más oscuros y bizarros del Vaticano.

La austeridad de Benedicto XVI

Cuando murió en 2022, Benedicto XVI, primer Papa en renunciar en más de seis siglos, pidió un funeral más discreto que el de sus predecesores. No se lo llamó “Santo Padre” durante las ceremonias, y su cuerpo fue enterrado en la tumba que había ocupado inicialmente Juan Pablo II. Su despedida marcó un cambio de tono, más sobrio y reflexivo.

Cómo se prepara el cuerpo del Papa para el velorio y entierro

El misal y el viento: una escena inolvidable

Durante el funeral de Juan Pablo II, ocurrió un momento que muchos interpretaron como una señal celestial. Una ráfaga de viento cerró el misal que reposaba sobre su ataúd justo cuando el cardenal Ratzinger —quien más tarde sería Benedicto XVI— pronunciaba su homilía. La escena fue captada por millones en todo el mundo y quedó grabada como un símbolo del final de una era.